Pienso que el feminismo es el movimiento más potente que hay actualmente. En una época que se lucha poco por nada, es de agradecer. Pelean por conseguir la igualdad verdadera y sobre todo, buscan justicia, tanto la actual como la pasada, anhelan que se les brinden las mismas oportunidades, quieren señalar y reescribir el pasado de muchas mujeres sobresalientes o al menos necesarias en momentos esenciales de la historia y que han sido borradas.
Lo avances han sido costosos e importantes, pero no son pocos los que quieren que las cosas vuelvan a ser como eran, en pos de la tradición.
La tradición acecha y vive aún en el subconsciente, en muchos casos arraigada y aceptada por muchas mujeres, incluso por varias que se consideran feministas, este, injusto lastre, aún está demasiado presente, el peso social y familiar, aún, en muchos casos, esta abierto a tachar de mala madre, a la que según ellos (y ellas) consideran que están dejando de lado sus obligaciones, en cambio, rara vez se tacha de mal padre por las mismas cuestiones o comportamientos.
Hace unos días mi hija Maria vino a pasar el fin de semana con una amiga, en la comida del primer día (atún rojo de la pescadería Gamundí y caponata de setas) apareció la típica pregunta de ¿A qué te dedicas? Explicó que ahora no estaba en nada, que le había salido un trabajo de lo suyo (es lo que le mola hacer) a media jornada pero después de un par de meses lo había dejado porque lo que ganaba es lo que le costaba la cuidadora que venía a cuidar de Marcelo Romano (su hijo de 3 años) y que para eso se quedaba en casa. Durante el fin de semana fueron varias las veces que esa mujer reivindicó los logros feministas, pero también señaló lo mucho que faltaba por hacer. Conocía de cerca la literatura actual y pasada, sabía el nombre y los hechos de muchas de esas mujeres olvidadas por la historia,. En la cena del sábado (sardinas y ensalada) llamó a su casa para ver como andaban las cosas, su marido, mientras ella había venido con Maria (mi hija) a pasar este fin de semana matarrañés, se había quedado al cuidado del niño Pedro. ¿Gran logro? Aquí aparece otra vez más la tradición, incluso siendo una mujer que se declara feminista, tiene arraigada la herencia tradicional, de que la responsabilidad de los hijos es sobre todo suya, muy alejada del 50% que sería la igualdad y lo justo, si sale a trabajar fuera y ve claro que tiene que dejar este trabajo porque lo que gana no es suficiente para pagar la guardería, no hay mucho más que pensar y, claramente, tenía razón cuando aseguraba que quedan muchas cosas por lograr.
Pienso que lo que nos va a mover, lo que va a mover masas y va a cambiar el mundo en los próximos años, va a ser el feminismo y el ecologismo (la IA también, pero este no será un movimiento humano, sino un movimiento empresarial y social que hoy, aún, escapa a mis entendederas, aunque en breves veremos muchas de sus consecuencias), esas dos causas se van a encontrar, en muchos casos, con la oposición de la tradición como argumento para no tocar ciertas cosas.
La tradición está en muchos sitios, en las cosas cotidianas y en muchas tomas de decisiones, cuesta romper con ella, sobrevuela en el consciente y subconsciente, está en todos los lados y ejerce una fuerza muy grande en muchas mentes. La tradición manipula, y lo hace, en muchas ocasiones, sin tesis solida, sirviendo de justificación para muchos objetivos indefendibles, sin necesidad de dar otra razón que dicha tradición, sin necesidad de mostrar razonamiento alguno.
Pienso que desde nuestra sociedad occidental tenemos que ser los que más fuerza debemos mostrar en esta lucha, este es el lugar donde podemos hacer más cosas al respecto de la igualdad de género y el ecologismo, donde menos riesgos corremos de ser callados y calladas, linchados y sobre todo linchadas, ya que en otros lugares del planeta, en otras sociedades “más arcaicas” la tradición, como lo fue también aquí, es mucho más dura e injusta, sitios donde a las luchadoras por la igualdad se silencian con castigos muy severos, incluso con la muerte de muchas que se atreven a alzar la voz.
En nuestra sociedad (española), pienso que la falta de igualdad se evidencia mucho más en los pueblos que en las ciudades; una mujer que se mueve fuera del canon tradicional puede pasar más desapercibida, si es lo que quiere, u obtener más apoyos, si es lo que busca, y en consecuencia estar menos señalada o sola en una ciudad que en un pueblo. En mayoría de los pueblos, estas mujeres, no pasan desapercibidas y posiblemente sean objeto de chismorreos y más cosas peores.
Las tradiciones aún marcan muchas vidas, sobre todo, de forma negativa, la de muchas mujeres. Eso no quiere decir que sean más infelices las que acatan la tradición que las que han logrado salir de este tradicionalismo, incluso es posible que la mujer que sea más consciente de que este tradicionalismo es injusto, lo pase peor, como mínimo al principio de tomar consciencia de lo que está sucediendo. Como dijo Gloria Steinem a comienzo de los 60s "La verdad te liberará, pero primero te enfurecerá”.
Celebro la valentía de muchas mujeres que, rompiendo con la tradición, han decidido no tener hijos. Felicidades a las que han tenido hijos por decisión propia. Un abrazo cariñoso para las que los han tenido empujadas por esa misma tradición.