JULIA




Ocasionalmente, cuando una foto me llama la atención la guardo en una carpeta junto a unos apuntes que, unas veces son la fecha y poco más y en otras ocasiones ocupan varios folios. Esta foto me la hizo Belén hace ya unos años, hoy he repasado la carpeta del 2020 y esta imagen iba acompañada de unos apuntes que escribí a los pocos meses de que Belén nos inmortalizara. 

A la niña de la foto la he llamado Julia, pero ese no es su nombre real, muchas veces me gusta inventarme nombres que se adecúan más (según mi criterio) a la persona, en esta ocasión he elegido Julia porque, en su etimología, una de las propuestas es “la del cabello abundante y joven”, creo que le viene como anillo al dedo, de hecho, yo, si fuese ella, sopesaría la posibilidad de cambiarme el nombre, podría ser un propósito de esos que te haces para cumplirlos con la mayoría de edad.


Valdeltormo, a veintiuno de febrero de dos mil veinte.

De Julia no puedo decir grandes certezas, ya que la conozco poco, de hecho casi nada, casi casi sólo sé de ella por fotos y oírla hablar en vídeos que le mandan sus padres a Belén, claro que a mí nunca me ha hecho falta saber mucho de nadie para sacar conclusiones.

Dado mi desapego, casi enfermizo, hacia el género humano, actitud que nunca me lleva a querer conocer a gente nueva, tardé en verla en directo, es muy posible que esta foto detalle la primera vez que estuve con ella. La vi muy pequeñita y frágil, una persona muy menuda y de pelo muy gracioso, su cabellera me recordó a la del principito de Antoine Saint-Exupéry. No pude resistirme a cogerla, y eso que yo nunca cojo a ningún niño ni niña de nadie, me sorprendió su ligereza y su callada actitud (¿Y éste por qué me coge? Le dejaré un ratito y después me pondré a llorar, esto siempre funciona).

Julia ha crecido un poco, ahora le encanta hablar, cantar y jugar, me parece una persona muy feliz, sin duda, me parece una de las más felices que conozco. De su conducta destacaría varias cosas positivas, pero la que más me ha llamado la atención es una que no es muy frecuente ni en niños ni en mayores, pienso que es una cosa a la que no se le da demasiada importancia, pero la tiene, es de las más importantes, varios estudios lo avalan, los niños que la tienen, en un porcentaje muy alto, consiguen tener una vida ordenada y mejor; esta cosa, esta actitud que pienso es poco común en el mundo actual, es la paciencia.  


Esto es lo que escribí en aquel momento. Julia sigue siendo paciente, y su pelo sigue llamando mucho la atención, aunque ha dejado de parecerse al del principito, ahora tiene una melena leonina que me recuerda a la de su tía Belén, que también es una mujer muy paciente.