ALMODÓVAR y LOS OTROS




    Es bastante común, tanto idolatrar como pensar mal de personas, especialmente famosas, aunque, en realidad, no sepas mucho de ellas. Entre la gente que conozco, muchos admiran y defienden a un montón de personajes de este calado y les apoyan en todo lo que hacen, incluso antes de analizar lo que ofrecen, o les excusan sólo por el hecho de ser muy populares o tener gran crédito, gran reputación. Me resulta difícil debatir y explicarme con alguien que los idolatra cuando a mí no me agrada lo que muestran, aunque estén tan mitificados por mi interlocutor y, a su vez, en muchas ocasiones, también por la mayoría mediática.

    Mucha gente está dispuesta a arrejuntar el valor de la persona en sí con el de su arte, y no pienso que eso tenga que ser siempre así. Voy a exponer un ejemplo para aclarar mi idea, mi pensamiento, y mostrar mi simpatía por él, porque siento admiración por lo que dice y razona en su discurso. También creo que tiene sinceridad en su arte y es muy conocedor de su oficio. Vamos, que no es alguien que esté ahí por casualidad (me da). 

    Almodóvar, ese tipo que, en un principio, debido a mi edad y mi circunstancia, me llamó la atención con aquella película de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, que fue tema de debate entre cerveza y cerveza con los colegas del bar Astoria, fue una cosa que molaba por lo extravagante y reivindicativo; cosa fuerte, en nuestra onda, éramos lectores del Víbora. Nos moló (la peli) por lo que exponía, pero, aún así, nada comparable para mí y mis amigotes fumadores de hash, con lo que nos daba lo americano. Carmen Maura nos pareció algo muy pro, y nos sorprendió (ella y la peli); pero, aunque aquella obra de Almodóvar estaba muy alejada de lo yankee, que nos molaba tanto, y cosa que me parece muy acertada (el desmarcarse de ese cine americano para alguien como él), no nos pareció una mierda como nos parecían la mayoría de las españolas de aquellos finales de los 70s, pelis que a nosotros no nos decían mucho. Después de ese principio aceptado, su cine se me fue diluyendo. Almodóvar nunca me ha deslumbrado con sus pelis de después. Me han parecido una mezcolanza bestial de conceptos que, en ocasiones, se me lían. Además, no siempre demasiado bien interpretados, o eso es lo que pienso. Como todo lo que comento, puede ser que no empatice con muchos, pero eso no es demasiado importante para aclarar lo que quiero evidenciar sobre nuestro comportamiento crítico hacia la persona del famoso (cualquier famoso), referente a lo bueno y lo malo que vemos en él. Lo que quiero decir y siento es que Pedro Almodóvar no me ha hecho vibrar con sus películas. Dicho esto, que sólo es el reflejo de mi sentir individual hacia su arte, que lo hay (arte en lo suyo), y no tiene porque ser compartido (mi sentir), he de decir que creo que sí consigo diferenciar entre el artista y la persona. Intento explicar que eso que no me gusta o atrae de su arte, no quita para que Pedro Almodóvar, al contrario que otros, me parezca que es una persona sensata, comprometida y valiente, tanto en su discurso como en su trabajo, y que se muestra sin demasiadas capas. Siempre que le oigo hablar, exponer o explicar algo, me parece coherente. Como persona me parece, simplemente, precisa, sincera y un gran profesional. Me cae muy bien; sólo que, en su mayoría, lo que he visto de su cine no me entusiasma.

    De Lambán y los otros no me gusta ni su cine, ni sus discursos, ni sus múltiples rectificaciones. No me parecen nada interesantes sus giros imprecisos, llenos de falta de ética. Simplemente, son, en muchas ocasiones, mentiras evidentes con el apoyo de sus secuaces. Muchos de ellos, asalariados mediáticos que no se creen ni a ellos mismos. Duele. 

    Podéis, incluso lo aconsejo, cambiar a “Lambán” por otro; y a “los otros“, que son gente de mi imaginario, de los cuales no sabéis (que cada cual busque a los suyos). También podéis cambiar a Almodóvar por cualquiera que se  avenga mejor con esta explicación, en vuestro particular mundo. 

    Aclaro que yo he utilizado a Lambán como un apellido al azar. Podría haber manejado a Fernández, García, López, Puig, Lozano, González, Sánchez, Aznar, Moreno, Díaz, Torres, Gracia, López, Nuñez, Revilla o Puig, por nombrar algunos apellidos, también azarosamente. 

    Otro día hablaré de políticos. Que estos, últimamente, se las traen.