Yo me pregunto, y cuando lo hago busco una respuesta; en ocasiones, la encuentro; y, en otras, no logro dármela de forma satisfactoria. Para mí, hacer eso es entretenido y una sencilla forma de evadirme; pero, para que sea verdaderamente ameno y placentero, sigo unas pautas: me gusta buscar la respuesta sin ayudarme de deducciones foráneas; no buscar, en ese momento, conclusiones de los demás sobre el asunto en el cual estoy enredado (es inevitable escuchar e interiorizar información ajena ya que de eso bebe gran parte de nuestro saber). Es como un juego; es jugar a analizar con las cosas que ya sé y, sobre todo, observando a mi alrededor, la respuesta. La teoría ha de ser mía, ha de salir de mi análisis (eso no quiere decir que sea exclusiva, y que otra o varias personas hayan llegado a una misma o parecida creencia; además el resultado no tiene porque ser certero, solamente placentero); jugar a ser filósofo, Causa-Efecto, o lo que sea; en resumen, pensar en algo y llegar a una conclusión final; bueno, final que no tiene porque albergar una respuesta satisfactoria. Simplemente juego con la pretensión de pensar un ratico, y soltar una teoría lo más acertada posible. Tampoco estar con el asunto durante un largo periodo seguido (eso me agobia un poco; además, dejar descansar los pensamientos es bueno, por lo menos a mí me funciona). Cuando el juego concluye, no tiene por qué acabar en dogma; simplemente es una respuesta interior; diversión para pasar el rato, que, en ocasiones, me obligo a escribir (digo en ocasiones porque lo de plasmarlo en un escrito es excepcional). La redacción me sirve para poner en orden las reflexiones sobre esas cosas que me han llamado la atención; pensamientos a los que, a veces, les estoy dando vueltas sin profundizar demasiado y de forma desordenada; y decido adecentar estas ideas (cuando escribo sobre un tema, sobre todo si es de opinión o reflexión, no de ficción, sí que busco información lo más contrastada posible sobre lo que digo; no vaya a ser que deje escrito algo que pueda perjudicar a alguien; de todas maneras, ya se sabe que todo se puede rebatir, y la verdad absoluta es muy complicada de atesorar; y tampoco me vuelvo loco buscando y buscando). En definitiva, es sólo un pasatiempo. Lo aconsejo, es divertido y relajante, y cualquier persona puede hacerlo; no es necesario hacer este acto egocéntrico con el fin de colgarlo en un blog.
La pregunta de hoy es: ¿por qué no somos ecológicos? Está claro que esta pregunta conlleva, de forma implícita, al ser pregunta y afirmación, unas conclusiones previas. Éstas son consecuencia de la observación y la meditación; sin introspección no hay conclusión, y sin conclusión no hay afirmación; y, en este caso, tampoco pregunta. No sé si es antes el huevo o la gallina; pero sé que observando, a mi alrededor, he visto lo poco protectores que somos con el medio ambiente. Eso lo veo continuamente. Un lugar cotidiano en el que resulta evidente es en los contenedores de reciclaje. Simplemente mirando el material depositado en ellos, analizando brevemente la mezcolanza que los llena, es fácil certificar que no somos demasiado ecológicos. Lo orgánico en los envases, los cartones en bolsas de plástico, y más. Ver eso en los contenedores, aparte de dolerme, me lleva a un montón de preguntas. Voy a dejar algunas por aquí, por si alguien quiere respondérselas: ¿Todos los que echan las cosas en los lugares equivocados, lo hacen por confusión? ¿Saben que el depositar de forma equívoca anula la posibilidad de que el material del contenedor sea reciclado? El depositar orgánico o plástico en el contenedor del papel, hace que el trabajo de la gente que separa sus despojos, y los baja y deposita correctamente en su contenedor sea menos efectivo. Simplemente, una sola persona puede desbaratar el trabajo de cientos. ¿Cómo se puede analizar esto? ¿qué conclusión se puede obtener? ¿Falta de respeto? ¿La gente no piensa en los demás? ¿Es muy complicado, si no quieres reciclar, tirar tu insolidaria combinación residual en el depósito de basura “normal”, en lugar de hacerlo en los contenedores de colores? Bueno, pues por esto, y por muchas cosas más, me planteé la pregunta de hoy.
Voy a intentar exponer argumentos que reafirmen que no somos ecológicos. Voy a tratar de responder a mi pregunta de por qué no somos ecológicos. El plan: empezaré por unas cuantas conclusiones, a las que he llegado por mi propia experiencia; y, después, hablaré de la incoherencia de algunas cosas relacionadas con el tema. Bueno, yo he vivido en varios pueblos; alguno de ellos muy pequeños; por ejemplo, ahora estoy en uno del Matarraña que no llega a los 300 habitantes; también he vivido en grandes ciudades; y he estado, en alguna ocasión, en todas las capitales de nuestra península. Con mi obsesión observadora, me he quedado con muchos detalles, que me lleva a afirmar que no somos ecológicos; y, también, que, en ocasiones, confundimos muchas cosas, y veo incoherencia en muchas de ellas.
Soy asiduo comprador del mercado ecológico. Ese lugar donde, además de ser más sana la verdura y la fruta, está recién cogida; donde los sabores te retrotraen a tiempos pasados. Puestos llenos de género de temporada que no ha sido tratado con pesticidas. Compras directamente al agricultor. Entre esos hortelanos, los hay que plantan, incluso, sus propias semillas, sacadas de las recolectas del año anterior. Otros, las compran. Los hay que se abastecen de semillas transgénicas poderosas contra algún enemigo de lo plantado (no sé valorar si las cosas transgénicas son saludables o no; a priori, no me parece que tengan que ser nocivas; pero no sé lo suficiente del tema; y, además, es algo que, aunque tiene mala reputación, no existe consenso entre científicos o expertos). Ahora salto a otro caso; pero, enseguida, vuelvo a la agricultura ecológica.
Sé, porque he leído mucho sobre ello y he acudido a alguna que otra charla, que cualquier entendido en plantas silvestres de consumo humano, o setas comestibles, aconseja recolectar lo más alejado posible de carreteras o caminos transitados por vehículos de gasoil o gasolina. Sabiendo esto, se puede llegar a varias conclusiones sobre el cultivo ecológico. En unas líneas voy a ello.
Ahora quiero hablar de la ciudad. La ciudad es un lugar plagado de humos y suciedad ambiental de toda clase. Mucha de esta porquería la generamos nosotros, los ciudadanos y visitantes. Tiramos despojos al suelo (actualmente, se puede ver un montón de mascarillas o guantes en el suelo, cosa que me parece nefasta; porque ya no sólo nos ratifica como guarros, sino como poco solidarios con las personas que deben recogerlo, dada la peligrosidad que puede conllevar dicho material). En las ciudades hay mucha gente que es, o, por lo menos, si les preguntas dicen que son, en sus acciones diarias ecologistas practicantes. Yo podría incluirme entre ellos. Pienso que casi todo lo que hago está dentro de una horquilla ecológica mínima. Hace un montón de años que intento evitar el plástico. Al ser setero, he visto el mal que le hace a las setas guardarlas en plástico, material que acelera su putrefacción, incluso en escasas horas. O el mal olor que desprende al ser quemado. También, el hecho de ver que alguna mancha de alimento se quedaba en los tápers de plástico, de forma definitiva; en las diminutas hendiduras ocasionadas por el uso prolongado del recipiente. Me llevé una inmensa alegría cuando vi, por primera vez, tápers de vidrio; al mes, ya sólo utilizaba esos en casa; y, de eso, hace ya unos cuantos años. También estoy pagando la luz a una compañía que sólo utiliza renovables, y no es la más barata. Utilizo el transporte público, o voy andando, cuando estoy en la ciudad (en el pueblo voy andando siempre, en todo caso en bicicleta). Por contra, cocino, incluso, en el horno; utilizo pañuelos de papel; compro alimentos envasados en plástico, pocos; y tengo coche de gasolina, eso sí, de poca cilindrada y muy poco consumo (los eléctricos no entraban en el presupuesto). Reciclo mis desperdicios y soy prudente y respetuoso con el campo y el bosque; soy muy de pasear por el campo y por los bosques, y os aseguro que en estos paseos me voy encontrando plásticos de distintos formatos; por ejemplo, cartuchos de caza usados (algunos de ellos muy antiguos) y otras porquerías; vamos que creo que estoy dentro del ecologista medio de andar por casa. En las ciudades hay, seguramente, un montón de gente que está en esta rango de sensibilidad hacia la ecología. Muchos hacen lo posible por ayudar a que la ciudad sea más habitable y luchan de forma individual por contaminar lo menos posible. Hay mucha gente de este tipo en las ciudades. Lo que no estoy muy convencido es que los haya en el mismo porcentaje que en los pueblos (puedo estar equivocado; en la ciudad, sobre todo, conozco lo que observaba donde vivía y lo que me cuenta la gente de mi círculo de amistades más cercano; en los pueblos lo que veo). Claro que podría ceñirme a la información de Ecoembes, que he encontrado en un artículo de Heraldo de Aragón, de 2015, donde se aseguraba que el 75% del material que se deposita en los contenedores se recicla; o también al artículo titulado “Casi el 86% de los aragoneses asegura reciclar en su hogar, según un estudio”, que apareció en Heraldo de Aragón el 17 agosto de 2019. En este artículo no se dice de quién es el estudio, y me llama la atención que el porcentaje del titular vaya antecedido de un “casi”; después, en un momento dado, sale el nombre de Ecoembes, destacando que es una asociación sin ánimo de lucro que recicla; pero no le veo el sentido, a no ser que sea un artículo publicitario. Podría seguir dando datos de porcentajes que proporciona Ecoembes en artículos en los que sale su nombre, y podría quedarme con sus datos que aseguran, en 2018, que la tasa de reciclaje alcanzó un 78% en España. Ecoembes es una organización sin ánimo de lucro que recicla lo de los contenedores amarillo y azul, y se encarga del ecodiseño de los envases en España, facturando más de 500 millones al año. En su junta de accionistas están, entre otros, Campofrío, Colgate o Nestlé. Podéis, si os interesa, buscar más datos, incluso los suculentos sueldos de sus directivos, subvenciones, etc; pero, claro, he buscado o se me han cruzado los datos de otros organismos. Por ejemplo, según la Unión Europea, el 54% del plástico en España no va a parar al contenedor adecuado, por lo cual va a vertederos. Para Greenpeace, el 80% de los envases en contenedor acaban en vertederos, incendiados o arrojados al medio ambiente. Según la ONU, España es el noveno país del mundo que más desechos envía fuera de sus fronteras. Hay que ser conscientes de que, con esto, se nos viene un problema encima, porque países receptores, como Malasia, están devolviendo contenedores de envases a sus países de origen; ya no quieren más basura extranjera. También es curioso que, en países como Suecia, Bélgica, Dinamarca, Alemania o Países Bajos, no haya vertederos. La cantidad de residuos, que acaban enterrados, no llega al 1% anual; y me escama que, teniendo esos graves problemas con nuestros residuos, Ecoembes esté frontalmente en contra del sistema SDDR que recomienda Greenpeace, y que se utiliza hace años en Alemania, Noruega, Finlandia, Paises Bajos, Suecia o Israel. Un sistema, por el cual, el usuario devuelve los envases de bebidas a un contenedor que, a su vez, te devuelve el importe de lo que te cobraron de más por el envase. De esta forma, los envases se limpian y reutilizan en lugar de ser reciclados. Es un proceso menos costoso y con menos gasto ecológico, por lo cual más respetuoso con el medio ambiente. De hecho, la Fundación Rezero hizo una prueba piloto en Cadaqués, y consiguió llegar a niveles de devolución del 90%. Dejo de plasmar aquí más datos. Al acabar el escrito dejo enlaces donde encontrar la información que he dado. Los artículos son mucho más largos y precisos, para quién quiera empaparse de datos. Mi deducción inmediata sobre tantos datos que he leído, entre otras cosas, es que los monopolios no son casi nunca una buena solución. Sigo con mi escrito sin enredarme en esto.
Siempre parece que nos preocupamos por las cosas cuando ya no hay otra opción. El aire está muy contaminado (Zaragoza es la ciudad donde he vivido más tiempo), y no veo que se tomen medidas; que, pienso, deberían a empezar a ser drásticas. Pero insisto en que sí veo y conozco a personas que tienen cuidado, o intentan emponzoñar lo menos posible.
Vuelvo al tema de la comida ecológica. Unas preguntas que me he hecho muchas veces cuando voy a comprar al mercado ecológico son estas: no están utilizando pesticidas, pero ¿qué calidad tiene el agua con la que riegan? ¿a cuánta distancia están sus campos de las carreteras? ¿utilizan maquinaria de consumo de gasoil? ¿están suficientemente separados de otros campos que utilizan productos químicos? El otro día, oí como unos agricultores ecológicos, de no recuerdo dónde, se quejaban del uso de productos nocivos en la limpieza de cunetas, y que esos afectaban a sus cultivos. Eso me llevó a la conclusión de que sus campos no están lo suficientemente alejados de la carretera. Si llegan estos productos pienso que también llegan los humos de los camiones y coches a muchos campos de agricultura ecológica; y, como he comentado anteriormente, eso de recolectar cerca de carreteras no es muy recomendable; y, por desgracia, sólo hay que asomarse a la ventana, en cualquier viaje que hagas, para observar que plantar o sembrar lejos de las carreteras es una cosa que no se tiene en cuenta. Estamos en la edad de piedra ecológica, pero todo llegará.
El pueblo. Los vertidos de los contenedores de reciclaje son semejantes a los de la ciudad. El combustible para agua caliente y calefacción es, en muchos casos, el gasoil (calentarte con lo eléctrico es inviable a no ser que te haya tocado la lotería y el gas no llega). Además, las costumbres en los pueblos, algunas, no son muy ecológicas. Eso refuerza mi teoría de que hasta que no tenemos un problema palpable y visiblemente dañino, no nos ponemos manos a la obra. Incluso, en casos extremos, seguimos tirando de tradición o costumbre; cosa que creo que, en muchas ocasiones, es por falta de información, o por no asimilarla adecuadamente o en toda su dimensión. Yo lo veo de la siguiente manera, claro que es posible que razones superiores que desconozco hagan que no pueda vivir mi ideal ecológico, de estar por casa, de forma absoluta o casi absoluta, en pueblos pequeños o medianos; pero siento que es evidente (o me lo parece), que es más sencillo concienciar en lugares de menor población; y, más aún, si son entornos limpios y sin industrializar. Pienso que, simplemente con el argumento de amor y preservación de tu hábitat, debería ser suficiente. He observado y analizado ciertas costumbres poco ecológicas, que no se dan en las ciudades. Una, muy arraigada, es que se coge el coche para desplazamientos muy cortos. Cualquier lugar, dentro de una población mediana, es muy cercano (por ejemplo, la distancia que hay desde el Parque Güell y la estatua de Colón, en Barcelona, es poco más de cinco kilómetros; o sea, que cruzarse casi la ciudad a pie es más o menos una hora; de Plaza Catalunya a Colón, un kilómetro y medio; Canaletas Liceu, siete minutos a paso burra; y de Plaza España a Plaza Paraíso en Zaragoza, diez minutos charlando con tu amado o amada). Otra costumbre muy arraigada, además es la que más me molesta porque noto rápidamente sus efectos en mí, físicamente y, en consecuencia, psíquicamente, ya que me pone de mala hostia, y soy consciente de que esto me acorta la vida por partida doble, es la de dejar los vehículos en marcha, incluso cuando vas a estar fuera de él varios minutos: voy a casa a por algo, dejo el vehículo en marcha; me encuentro a alguien, bajo la ventanilla y me pongo a charlar y no paro el vehículo (me regocija ver la implicación y los largos saludos entre vecinos de los pueblos, cosa que raramente se da en las ciudades); incluso me es indiferente si esta charla se da en la puerta de una vivienda ajena, atufo a diestro y siniestro; voy a comprar el pan, entro, espero mi turno, compro unos carquinyolis, una barra grande y unas magdalenas, y pago y recojo los cambios y salgo, y ahí está el coche esperándome tranquilamente en la puerta, apestando la tienda; voy a comprar al mercado, aparco en un lateral y atufo a todo el personal con el irrespirable veneno humeante. Todo esto me hizo pensar que la gente está inmunizada; pero, por desgracia, hay pruebas científicas sobre los perjuicios del gasoil, que indican que no existe la tolerancia en el humano contra la tufarra dieselística. Además, hay que tener en cuenta que el parque de coches en una población dedicada al campo y envejecida es bastante antiguo; vehículos de mala combustión, y ya no digamos los tractores que huelen a kilómetros; monstruos del siglo pasado (en algún caso, muchos ,no exagero), fuliginosos artefactos pestosos y nocivos, que una vez salen a la calle, no detienen su humeante funcionamiento hasta regresar al interior de su guarida. Esa costumbre de no apagar los vehículos, como he comentado antes, es la que más me molesta; aparte de ese nauseabundo olor a gasoil mal quemado. Cuando este humo me invade, me provoca verdadero dolor de cabeza (físico; del otro también pero, en este caso, me refiero al de tomarte una aspirina); y eso me preocupa, ya que yo rarísimamente he tenido dolores de cabeza en mi vida (ni siquiera dolores leves). Esa preocupación me empujó a informarme sobre los efectos del diésel en el humano; y, claro, como ya sospechaba, todo es malo; pero nunca pensé que podía ser el detonante para sufrir algunas enfermedades, por ejemplo nunca hubiese achacado a la inhalación del hollín del diésel una relación directa con algunos casos de ELA, como descubrió un estudio de la universidad Harvard. Otro estudio establece un vínculo directo entre trabajos en los que estás en contacto seguido con el humo del diésel, con un 45% de posibilidades más que otras personas que no están en contacto con esta clase de humo, y poder contraer esta terrible enfermedad. El diésel, también, tiene en su haber ser el responsable de un macabro título verdaderamente poético – la muerte dulce –; ese dulce adiós que ha llevado a un sinfín de personas a elegir este sistema para acabar con sus vidas; ya que es mundialmente sabido que respirarlo en un sitio cerrado produce una muerte rápida; porque, el ensoñamiento que produce, te aleja de la angustia, debido al colocón que pillas; entras en una soñera que te aparta de la sensación de la proximidad de la guadaña. En el Reino Unido ya se están llevando muchos casos, cada vez más, a tribunales, por enfermedades causadas por los efectos nocivos del contacto continuado con el humo del diésel durante sus vidas laborales; al igual que pasó con el amianto (producto, el amianto, que aún se puede ver en cantidades considerables en los pueblos, cosa que en las ciudades he dejado de percibir hace mucho; eso no quiere decir que aún se pueda encontrar; ese dato me falta). La asociación de pediatría ha alertado en varias ocasiones sobre el incremento de casos por intoxicación de monóxido de carbono en invierno, debido a la mala combustión de las calefacciones y otras cosas, todas ellas relacionadas con este tóxico. A todo esto, y por ser setero y haber leído mucho sobre los venenos de los hongos y sus consecuencias, sé que el ataque de cualquier veneno es más nocivo en las personas que menos pesan; por lo cual los bebés son los más afectados por la despreocupación de dejar tu vehículo en marcha. Aunque fuese solamente por esto (digo solamente para bajar la tensión), podríamos tener más cuidado; y pensar que dejar el vehículo encendido perjudica seriamente a cualquier persona que pase cerca de él o esté en su casa y, por cercanía, se esté comiendo tu humo tóxico. Pero, sobre todo, a los más pequeños. Eso, si hablamos solo de las consecuencias que provocas a las personas de tu entorno, o del entorno de tu máquina humeante; pero la cosa no sólo se queda en esto, ya que tu tósigo se une, irremediablemente, con el del desaprensivo, o mal informado, o costumbrista, o etcétera que se encuentra en Tobolsky o cualquier otro lugar. Está demostradísimo, dejaré el enlace del artículo abajo, que debido al sistema todo va a parar a los cauces; por ejemplo, los plásticos y la producción de microplásticos que vuelven a tu mesa en forma de sal u otros productos, y mucha ponzoña vuelve a caernos en forma de lluvia o por el aire.
En los pueblos pequeños de mi alrededor, y otros alrededores que he conocido, supongo que por tradición, son raros los cultivos ecológicos; y eso que España es uno de los países más punteros en exportación de producto ecológico; y es, claramente, una inversión sólida de futuro. Posiblemente, todo acabará siendo ecológico algún día (tendría que haber apoyo o concienciación, apoyo y campañas publicitarias; si no lo hay, para que esto arraigue, esta labor creo que principalmente le toca hacerla a las instituciones gubernamentales). Sé que hay gente que está en ello en mi zona; por ejemplo Javier, en Ráfales; lleva el Mas de Catxol, 20 años ecologizando con la almendra, la avellana, la oliva, el tomaquet de penjar, el aceite de oliva prensado con piedra de granito, etc. En mi pueblo está Proecmat, una tienda de productos ecológicos; pero, este tema está lejos de ser lo común en el despoblado Teruel (pongo la provincia de Teruel de ejemplo, porque es la provincia en la que he vivido la experiencia de los pueblos pequeños, y el lugar donde me ubico; pero seguro que es extrapolable a otras muchas zonas). Sigo en el pueblo pequeño. Yo lo veo de la siguiente manera: el aire de estos sitios, nada industrializados, es limpio; pero, dentro del casco urbano, en ocasiones, depende del momento o dónde te encuentres, es probablemente, debido al diésel, mucho más nocivo que el de muchos lugares de Zaragoza. Deseo y pienso que si la gente se concienciase, y entrase en el grupo ecologista de andar por casa, el aire sería mucho más amable, y alargarían la vida de sus habitantes. Claro que, contra las costumbres, es muy complicado pelear, la novedad asusta. Creo también que la base del problema es la falta de concienciación sobre el hecho de que estamos en un mundo global; que lo que haces mal aquí afecta al que se está bañando en l’Ampolla; que no somos demasiado conscientes de que nuestras basuras, nuestros vertidos, ensucian una naturaleza que protesta y no estamos escuchando; que nuestros humos, nuestro dióxido de carbono, se va a la atmósfera y contribuye al efecto invernadero y en consecuencia al calentamiento global. Por solidaridad, tendríamos que contribuir, en lo posible, en nuestras pequeñas cosas del día a día, a ayudar a retrasar esta brutal consecuencia para nuestros sucesores; y quién sabe si evitar, incluso, el cambio climático. También, serían necesarias más campañas informativas. Además, y aunque fuese por egoísmo, tendríamos que ser más cuidadosos. Si tu hijo, o tu nieta, tiene un enfermedad que le dificulta la respiración, hay que tener en cuenta que estás colaborado con tu actitud a acortarle la vida y aumentar su padecimiento. No digo que la gente se cambie de vehículo, de tractor; cada uno sabe de su situación y su cosa; simplemente apagarlos cuando no estés montado en él, apagarlo cuando lo detienes; no digo que recicles, pero si decides reciclar hazlo lo mejor posible. Sólo me gustaría que pensásemos más en el prójimo, y dejemos de obligar a los demás, en lo posible, a que se coman nuestros desechos, nuestras inmundicias.
También pienso que en el futuro todo esto será un gran negocio, y surgirán las grandes empresas; los grandes capitales invertirán en negocios para limpiar lo que han ensuciado y, en ese momento, que no creo que falte mucho, nos aleccionarán y seremos de lo más Eco. Aunque eso haga más ricos a los de siempre, que serán los que se dedicarán a reciclar; a limpiar los mares, ríos y aire, que han ensuciado, y a fabricar la nueva maquinaria necesaria para el gran cambio tecnológico; a la conversión a lo renovable y otras energías más cuidadosas con el medio. Pienso que será algo de lo que todos nos beneficiaremos, aunque sea simplemente en salud física. También anhelo el silencio, el zumbido de lo nuevo, la desaparición del estruendoso motor a explosión.
De todas maneras, me gusta mucho vivir donde estoy; más vivir en un pueblo pequeño que en una ciudad. Son muchas más sus amabilidades que sus contras y, ciertamente, es un lugar mucho más sano; sano en toda la amplitud de la palabra. Claro que, siendo más cuidadosos, lo sería aún más; y eso sería maravilloso. Un día de estos hablo de las preciosidades de estar en un sitio pequeño. Hoy tocaba un poco de lo otro. La pregunta de hoy no dejaba mucho espacio a la admiración, ya que en este tema aún nos queda mucho margen de mejora, ¿por qué no somos ecológicos? Tenía que darle respuesta a la cuestión.
Enlaces en los que me he informado para escribir -¿Por qué no somos ecológicos?. Algunos titulares llevan a engaño, si no lees los artículos no los incorpores a tu saber.
Página de Ecoembes: https://www.ecoembes.com/es
¿De verdad sirve de algo reciclar plástico en el contenedor amarillo?https://www.revistaad.es/decoracion/articulos/verdad-sirve-algo-reciclar-plastico-contenedor-amarillo/23152
La sombra de Ecoembres: Grandes empresas reciclan tu basura con una facturación de 494 millones (2016)
https://www.revistaad.es/decoracion/articulos/verdad-sirve-algo-reciclar-plastico-contenedor-amarillo/23152
¿Por qué sólo existe un Ecoembes?
https://www.expansion.com/2010/02/18/opinion/llave-online/1266524630.html
Ecoembes paga a sus directivos como si fuesen ejecutivos del Ibex
https://www.merca2.es/el-negocio-del-reciclaje-ecoembes-paga-a-sus-directivos-como-si-fueran-ejecutivos-del-ibex/
Los aragoneses llenarán los contenedores amarillos un 7% más en 2019
https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/aragon/aragoneses-llenaran-contenedores-amarillos-7-mas-2019_1401992.html
Casi un 86% de aragoneses asegura reciclar en sus hogares, según un estudio
https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2019/08/17/casi-el-86-de-los-aragoneses-asegura-reciclar-en-su-hogar-segun-un-estudio-1330175.html
Las cifras del reciclaje
https://www.ecoembes.com/sites/default/files/cifras-reciclaje-2018.pdf
Por qué en Suecia no hay vertederos y España acumula millones de toneladas al año
https://www.abc.es/sociedad/abci-suecia-no-vertederos-y-espana-acumula-millones-toneladas-basura-cada-201905270341_noticia.html
España sigue estancada en la cola del reciclaje en Europa
https://www.eldiario.es/sociedad/espana-estancada-cola-reciclaje-europa_1_1415037.html
España tiene un problema con sus residuos plásticos. Cada vez menos países quieren quedarse con ellos.
https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/espana-tiene-problema-sus-residuos-plasticos-cada-vez-paises-quieren-quedarse-ellos
Reciclaje de plásticos en España: Ecoembes vs. Greenpeace.
https://naukas.com/2019/09/08/reciclaje-de-plasticos-en-espana-ecoembes-vs-greenpeace/
Científicos establecen relación entre la exposición a determinadas partícula tóxicas y el riesgo a padecer ELA.
https://www.ela-principado.es/investigacion/cientificos-establecen-relacion-entre-exposicion-determinadas-particulas-toxicas-riesgo-padecer-ela-.html
La exposición a las emisiones del diésel se asocia al desarrollo del ELA.
https://www.redaccionmedica.com/secciones/neumologia/las-emisiones-de-diesel-en-el-trabajo-se-asocian-al-desarrollo-de-la-ela-8835
Los peligros causados por los humos de los diésel en el trabajo siguen sin evitarse lo suficiente.
https://www.plymovent.com/es/blogs/aspiracion-gases-escape-de-vehiculos/los-peligros-causados-por-humos-diesel-siguen-sin-evitarse-lo-suficiente
La Guardia Civil investiga una empresa de trasportes por emisiones que pudieran alcanzar 90 toneladas de Oxidos de Nitrógeno.
https://www.guardiacivil.es/es/prensa/noticias/6944.html
La generación diésel
https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/gases-toxicos-amenazan-enfrentarnos-contaminacion_129_1755022.html