Me levanto temprano, un vaso de leche, unas galletas.
El bus. En el bus empieza todo. Me siento solo, ya han sido demasiadas las veces que he intentado sentarme con alguien, nadie me acepta y eso que siempre lo he intentado con los que me parecen más buenos. No me gusta hablar de esto, me avergüenza y me deprime.
Me siento en mi silla, mi mesa. Desde mi sitio veo a todos los demás. En ocasiones, me tiran cosas. Tengo ganas de un cambio, me gustaría enfrentarme a ellos, pero me da miedo, tiemblo solo de pensarlo, incluso me dan ganas de hacer cacas.
Me meto en el comedor. Como sopa, carne empanada y una manzana. Otra vez me siento en mi silla, mi mesa, desde aquí los veo a todos. Juan Ledesma se gira y me lanza una bola de papel de aluminio, me da en la nariz, huele a queso. Suena el timbre. Se acabó.
Subo a casa, meriendo. Salgo con Laura, vamos al parque. Ella se sienta en un banco y se pone a hablar con los padres, madres y demás cuidadoras; mientras, yo me acerco a los columpios, me miran mal, me insultan. Me voy junto a Laura, me coge de la mano. Me fijo en su escote.